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Aventuras Migratorias: Más Allá de las Fronteras

  • Foto del escritor: Carlos Medina
    Carlos Medina
  • 28 oct 2023
  • 5 Min. de lectura

¡Hola Amaichiin People y Ciudadanos del Mundo! ¿Cómo están? Hoy dedicaremos este espacio a la migración, una aventura desde mi experiencia personal. En el blog pasado les hablé de "¿Quién soy yo?" y siguiendo un poco con este tema y de mi historia, hoy hablaremos de la migración. Así que empecemos poniéndonos un poco en contexto.

Definición de Migración: pues tal como dice el diccionario es el movimiento de población que consiste en dejar el lugar de residencia para establecerse en otro país o región, generalmente por causas económicas o sociales, así como los animales por exigencias de alimentación.

Las migraciones son abundantes en épocas de grave crisis económica; como vemos últimamente en noticias con los miles de hondureños que salieron a pie atravesando México con destino final los Estados Unidos, y el masivo éxodo migratorio de los venezolanos que caminan más de 2000 km escapando de Venezuela hacia Perú atravesando Colombia y Ecuador.

 

En estos minutos trataré de contarles mi historia migratoria, la aventura desde mi experiencia personal.

Al terminar mis estudios universitarios en la ciudad de San Cristóbal, Venezuela, regresé a la casa familiar en Lechería, al otro lado del país. Cambié las montañas y el clima templado de San Cristóbal por la familia, playa, sol y arena. Un joven recién graduado profesional, pero sin trabajo y aun aprendiendo qué hacer conmigo mismo. Estamos hablando de principios de una era de cambios en Venezuela en todos los sentidos, económicos y sociales, después de la elección de Hugo Chávez Frías al poder del país y el cambio de la Constitución en 1999.

En Venezuela, lamentablemente, es muy difícil para un joven empezar la vida como adulto independiente sin la ayuda de sus padres. Difícilmente puedes conseguir un trabajo que pague lo suficiente para poder pagar vivienda, comida y transporte. Yo, un chico aventurero buscando siempre aprender, con ganas de crecer y conocer el mundo, me sentía atrapado. Después de largas discusiones y estudios de posibilidades con mis padres, llegamos a la conclusión de que lo mejor para mí era salir de casa, buscar, estudiar en el extranjero o probar suerte en otro lugar del mundo.

Mi primera tentativa de migración se planificó para Sudáfrica... sí, imagínate, ¡África del Sur! Un país maravilloso y hermoso en todo su esplendor. Saludos a mi gente bella de Sudáfrica, un país que tuve la oportunidad de conocer y recorrer hace algunos años. Tenía estadía en casa de una prima, trabajo en la empresa del esposo de mi prima, incluso habíamos hablado de un carro que mi padre compraría para ayudarme en mi llegada. La visa o permiso de estadía estaba estampada en mi pasaporte, los vuelos reservados de Caracas a São Paulo, Brasil, y luego a Johannesburgo. Incluso me organizaron una fiesta de despedida...

Pero, tan, tan, tan... (imagínense qué pasó). Dos días antes del viaje, decidí cancelarlo todo. ¡Sí, cancelé todo! Se canceló el vuelo y llamé a mi prima para decirle: gracias, pero no me voy. Me dio miedo a último minuto. Me puse a pensar: ¿qué voy a hacer tan lejos, solo? No es que pueda agarrar y venir a visitar a mis padres una vez al mes o ni siquiera cada tres meses. Cuesta mucho dinero en pasajes. ¿Qué voy a hacer allí solo? Pues me dio miedo, y la cobardía me ganó. Así que tomé la decisión de quedarme en casa y ayudar a mis padres, sobre todo con la situación en la que el país se estaba llevando. Y así cerré el capítulo de migración a Sudáfrica.


Un tiempo pasó y conseguí trabajo. Estaba en casa y entre una y otra cosa, dejé de lado las ganas de irme. En el año 2002, Venezuela entró en un paro cívico nacional. Los problemas de escasez, aumento de precios e inflación del gobierno autoritario de Chávez llevaron al país a un paro nacional de la empresa petrolera y muchas más. Marchas en las calles y protestas.

El 11 de abril de 2002, Chávez en cadena nacional decide botar y sacar de sus puestos de trabajo a dirigentes y trabajadores de PDVSA (Empresa de Petróleos de Venezuela), por televisión gritando sus nombres y ¡fuera! En ese momento, mi padre es despedido de sus funciones de trabajo. En ese momento, nos dimos cuenta de que la situación en Venezuela no mejoraría, sino que iría de peor en peor. Y me tuve que poner los pantalones y salir del país buscando un mejor porvenir y seguridad para mi familia.

Aquel joven que le dio miedo irse solo a Sudáfrica le tocó ponerse a cargo y ser la cabeza de familia para migrar y proteger a mi madre y hermana. Debido a problemas de documentos de viaje y la situación caótica del despido de petroleros, mi padre no pudo salir en ese momento del país y decidió sacarnos a nosotros primero, dejándome a mí a cargo de la familia. Imagínense en el momento que tomamos el primer avión. Allí empezó una nueva vida, un escape, una salida. Un momento que marcó nuestras vidas y fue un punto decisivo en nuestro hoy día a día.

(¡Sin saber que años después, yo me lanzaría en otra aventura migratoria, pero esta vez a México, una historia que contare uno de estos días! jeje).

Así como dice la definición, movimiento de población que consiste en dejar el lugar de residencia para establecerse en otro país, generalmente por causas económicas o sociales y, en este caso, el caos político. Eso fue lo que pasó: salir corriendo del país que nos vio nacer, que nos vio crecer, dejar todo atrás, tomando riendas de tu futuro, tomando decisiones que cambiarían tu vida para siempre. Bueno, salimos de Venezuela con una maleta cada uno, un morral y millones de sentimientos encontrados. Incertidumbre sin saber exactamente qué esperar o qué hacer, pero listos a reinventarnos y a crecer, con miedos, pero con ganas, con tristeza, pero determinados.

Pasamos unos días en Estados Unidos para poder analizar un poco más la situación y tratar de planificar cómo y qué vamos a hacer. Un momento para relajarnos de la estresante salida del país y poder ver claro el futuro, lo que se nos venía encima. En estos días vimos y conocimos gente maravillosa, seres humanos brillantes que nos ayudaron, que nos guiaron y apoyaron en nuestro camino.

“Allí estábamos, solo de paso, pero cada lugar visitado, cada minuto pasado fue inmenso y muy agradecido, pues nos preparaba para nuestro destino final”.

En una próxima historia, les hablaré de la continuación de esta travesía y mi llegada a Canadá, nuestro destino final, de ese momento, si tienen preguntas o les gustaría saber algo más sobre mi historia migratoria, no duden en escribirme en los comentarios. Pregunten, sugieran temas, que muy agradecido les responderé a todos.

¡Gracias, Bizz Bizz y hasta una próxima aventura… viviendo Canadá y el mundo una aventura a la vez! ¡Chau chau!

 
 
 

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